Se ha dado a conocer como la 'Primavera Árabe', primero
Túnez, luego Egipto, a la vez que Yemen, Bahrein, Siria y Libia. Todo el
planeta ha seguido de cerca el desarrollo de las revueltas en Oriente Medio y
Próximo.
Occidente
se ha decidido por tomar parte en Libia. La ONU ha dado su visto bueno para una
intervención a favor de los rebeldes contra Gadafi.
Imagen de Gadafi.
Se decidió que fuera la Alianza Atlántica quien tomara el mando de
todas las acciones militares en Libia. Esto, recordemos, ya ocurrió en el mismo
orden de acontecimientos en la guerra de Bosnia-Herzegovina, de la cual si
pocos recuerdan cuándo empezó, sí sabrán que la OTAN se retiró del país el
pasado 2010.
La historia pasa por la coalición de Francia, Reino Unido y EE.UU. estableció con éxito su zona de
exclusión aérea, ideada para proteger por cielo los avances del pueblo libio
contra su tirano. Sin embargo, los aviones aliados bombardearon el palacio de
Gadafi, sin intenciones muy claras y poniendo a prueba el nimio concepto de
proteger a la población libia, que fue exactamente lo establecido por el
Consejo de Seguridad. Por supuesto, he dicho que lo puso a prueba debido a su
pasmosa ambivalencia. Proteger a los libios puede significar tanto prevenirlos
de ataques como descabezar directamente al régimen enemigo. Pero, de todas
formas, ¿qué más da?, se preguntarán. ¿Si el objetivo de los libios es derrocar
al tirano, qué tiene de malo facilitárselo?
Llegados a este extremo, es simple. Ha
costado mucho llegar a donde han llegado. Años de opresión, libertades
coartadas, engaños y doctrina hacia el pueblo islámico por parte de sus
líderes. Iniciaron estas revueltas desde su mismo seno, sin presiones externas.
Día tras día, Al-Yazeera, la mayor cadena de TV del mundo musulmán,
retransmitió lo que ocurría en Túnez y en Egipto. Millones de personas que se
encontraban en la misma situación a la que esos dos países estaban poniendo
remedio, atendían expectantes a su desarrollo. Entonces, la chispa brotó y
decidieron que esos serían los primeros eslabones de un gran cambio.
Palacio de Gadafi tomado por los rebeldes.
A pesar de
que el sueño democrático sea tradicionalmente occidental, a pesar de
arriesgarse a perder su identidad, a pesar de todo eso,esta revolución es suya.
Con la delgada línea que representan las propias ideas, y no las infundadas, en
un tema como la occidentalización a la que voluntariamente quieren aspirar, no
se puede arriesgar. La comunidad internacional no puede tratar de darles el
trabajo hecho, porque no hay revolución sin ideas propias, ni mucho menos, sin
identidad común.
Resulta
indispensable no injerir en la determinación de estos pueblos, así como que en
todo momento, vean el apoyo de los países que inspiraron su ansia de libertad.
Pero es imperativo que esto sea a la distancia suficiente como para seguir
considerando esta meta como su causa, y la de nadie más.
Es
habitual, en las extracciones de petróleo, tener preparada una carga explosiva
para dinamitar la boca de un pozo en caso de incendio. De esta forma, la
combustión se apaga por falta de oxígeno del que alimentarse. A partir de esta
metáfora, la pregunta es sencilla: ¿Ahogarán nuestras bombas el fuego
revolucionario que tanto bien estaba haciendo al pueblo islámico?
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